22/10/2018

Con la soja, Rusia busca capitalizar el conflicto entre EE.UU. y China

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El presidente ruso, Vladimir Putin, invitó a los inversores chinos a producir la oleaginosa en el Lejano Oriente; destacan el potencial de la región para el desarrollo del agro

La guerra comercial entre los Estados Unidos y China continúa renovando dinámicas que se creían inalterables en el mercado de granos global. Desde la rápida respuesta brasileña para cubrir la mayor demanda china tras la imposición de un arancel del 25% a la mercadería estadounidense hasta la decisión de la Asociación de la Industria de Alimentos de China de modificar la dieta de porcinos y aves hacia una menor proporción de harina de soja, acción que reducirá la dependencia de la oleaginosa importada, sobre todo de la procedente de los puertos de EE.UU.

A esta lógica, de ver en una crisis una oportunidad, se sumó -y en forma explícita- Rusia, país que comparte una extensa frontera con China. "Ahora entraremos gradualmente en este mercado con nuestra soja y permitiremos que los socios chinos produzcan soja en el Lejano Oriente si quieren invertir su dinero", dijo anteayer el presidente ruso, Vladimir Putin, tras una reunión en la ciudad de Sochi con Yang Jiechi, diplomático chino y miembro del Comité Central del Partido Comunista de China.

"Valoramos altamente los esfuerzos adicionales hacia el desarrollo de las relaciones ruso-chinas que nosotros y los amigos chinos hacemos", agregó el presidente ante medios de prensa rusos. Según Putin, los problemas comerciales entre Estados Unidos y China "hoy le abren a Rusia nuevas ventanas de oportunidades" para ingresar en el mercado chino. Y en ese contexto mencionó a la soja como uno de los ejes de esas nuevas oportunidades.

El mandatario señaló que entre otros proyectos conjuntos se avanzará en el desarrollo de infraestructuras y de rutas entre Rusia y China. "Estamos interesados en desarrollar el ferrocarril Transiberiano y la línea principal de Baikal Amur; esperamos que el tráfico de carga se incremente cuatro veces por ferrocarril", aseguró Putin.

Para Andrey Sizov, director general de la consultora rusa SovEcon, el Lejano Oriente de Rusia no es una región nueva para la agricultura, pero sí considera que puede ser una zona clave para la producción de soja. "Hoy la infraestructura allí es pobre, pero el suelo no es malo y es una región donde no escasean las precipitaciones, dato central, dado que la falta de lluvias es la principal limitante para la mayoría de las regiones agrícolas rusas", dijo ayer a LA NACION. Y añadió que, en el largo plazo, el Lejano Oriente ruso, y más específicamente el sudeste de la región, "puede representar una parte notable de la producción agrícola rusa".

En agosto último, en una entrevista con LA NACION, Sizov ya había destacado al Lejano Oriente como una de las zonas a mirar más de cerca. "El Lejano Oriente ruso (región limítrofe con Heilongjiang, que es la principal provincia agrícola de China) es el mayor productor de soja en el país y comenzó a vender gran parte de esa producción a China. A mediano/largo plazo creo que veremos un mayor crecimiento de la producción y de las exportaciones de soja y de maíz del Lejano Oriente y no solo a China. Llamamos a esta región 'un gigante dormido', el clima es favorable, tiene muchos clientes potenciales (China, Japón, Vietnam, Corea del Sur, por nombrar algunos) y si vemos mayores inversiones en la producción podría explotar. Así que, si estuviera en los zapatos de los agricultores estadounidenses y sudamericanos, sin duda, vigilaría lo que pasa en la región", dijo el especialista.

Para el jefe del Departamento Económico de la Representación Comercial de la Federación de Rusia en la Argentina, Farid Mamedov, la demanda de soja, maíz y arroz en la región de Asia y el Pacífico es muy grande, "y el volumen de esos productos exportados desde el Lejano Oriente ruso está hoy lejos de satisfacer las necesidades de nuestros socios comerciales. Por eso vemos el gran potencial de la zona para el crecimiento de las exportaciones, algo que puede ser logrado a través de inversiones en el complejo agropecuario. Si bien el grueso de esas inversiones se originaría en China (como se amplía por separado), también pueden provenir de otros países. Consideramos no solo el mercado chino, sino el de Japón y el de Corea", dijo a LA NACION.

Rusia es un país relativamente joven en el cultivo de la soja. "En los últimos años se le ha prestado mayor atención a la producción gracias a la aparición de variedades adaptadas para su siembra en el país. Eso permite elevar el área considerablemente. Mientras en 2000 se sembraron con soja 421.000 hectáreas, en 2017 la superficie creció hasta las 2.635.00 hectáreas. De ellas, 1.422.000 hectáreas corresponden al Lejano Oriente ruso. Ahora, el objetivo del Ministerio de Agricultura de Rusia para los próximos años es elevar el área destinada a la oleaginosa hasta los 5 millones de hectáreas", dijo Mamedov.

Añadió que de los 3,89 millones de toneladas de soja cosechados el año pasado por Rusia, 1,97 millones correspondieron al Lejano Oriente. Según datos de la Administración Nacional de Aduanas china, durante 2017 Rusia exportó 496.079 toneladas a China, lo que implicó un crecimiento del 23,6% respecto de las ventas de 2016.

Si bien estas cifras pueden resultar insignificantes frente a una demanda china de soja que para el ciclo 2018/2019 fue proyectada por el gobierno de ese país en 83,65 millones de toneladas, bien podrían implicar un punto de partida. Y para que ese camino se prolongue, y para que terceros en discordia atentos logren "capturar oportunidades", la guerra comercial entre EE.UU. y China puede haber sido el puntapié inicial.

 

El vínculo se fortalece para incrementar el intercambio

Con el objetivo de atraer la inversión china, Rusia adapta sus normas

China es el principal socio de Rusia para el desarrollo en la región del Lejano Oriente. "Hoy los empresarios chinos se convirtieron en los destinatarios de los incentivos para invertir en la región. El monto total de los proyectos que ya están en marcha o listos para arrancar alcanza los US$30.000 millones dirigidos por casi 30 empresas locales con capitales chinos. Alrededor del 80% de toda la inversión extranjera en la región provienen de China, que trabaja en industrias manufactureras y en proyectos agropecuarios y de infraestructura", explicó Mamedov a LA NACION.

El funcionario destacó que para lograr ese impulso inversor se propició un "clima favorable para los inversores, con exenciones fiscales, un régimen de visado simplificado y el apoyo de las autoridades nacionales y regionales. En los últimos cuatro años se dictaron 30 leyes y más de 150 reglamentos que simplifican el proceso de inversión, bajan las barreras administrativas y refuerzan los incentivos vigentes. En estas condiciones los inversores pueden evaluar proyectos a largo plazo y proyectar desarrollo y ganancias a futuro".

Mamedov dijo que ya existen ejemplos de proyectos agropecuarios con capitales chinos en el Lejano Oriente. "Entre ellos, la construcción de un complejo ganadero con hacienda para carne y leche, con una inversión por US$300 millones, que generará más de 2000 puestos de trabajo directos, de los cuales hasta 300 pueden ser ocupados por trabajadores chinos. La mayor parte de la leche producida va a ser exportada a China. Proyectos similares, pero de escala más pequeña, están en marcha", explicó.

La Nación – Dante Rofi