09/06/2017

Los cambios que se están haciendo en el manejo para enfrentar las malezas duras

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Dos expertos de Aacrea y Aapresid contaron que ahora es esencial estar encima del lote y apostar al conocimiento para combinar las herramientas de control de una forma eficiente.

Se estima que en el país hay 28 malezas que son resistentes o tolerantes a herbicidas. Sobre todo a glifosato (que creció con el paquete tecnológico de la soja RR), pero también hay “yuyos” con resistencias múltiples a otros productos, como los inhibidores de ALS y los graminicidas. Es un problema de peso para la agricultura argentina, ya que se duplicaron los costos para controlar este problema, que ahora pueden oscilar entre los 50 y 80 dólares por hectárea en soja.

Lo más relevante es que este nuevo escenario implica una fuerte transformación en el trabajo de los productores, los asesores y todo el equipo agronómico. “Ya no se pueden controlar 5.000 hectáreas con monitoreos a vuelo de pájaro y con el celular. Ahora hay que estar en forma constante encima del lote y permanentemente actualizado para identificar correctamente las malezas problema”, le explica a Clarín Rural Fernando García Frugoni, coordinador del Proyecto Nacional de Malezas de Aacrea.

En la misma sintonía está Martín Marzetti, gerente de la Red de Malezas Resistentes de Aapresid. “La irrupción de las malezas resistentes complejizó el manejo y se acabaron las soluciones fáciles. En las últimas campañas hubo muchas dificultades con yuyo colorado, rama negra y también con algunas gramíneas, como capín, eleusine y sorgo de alepo”, advirtió.

Para García Frugoni ahora se necesita mucha mayor precisión para acertar en las decisiones. “Hoy está clarísimo que el conocimiento hace la diferencia y es imperativo estar permanente actualizado, porque la evolución de la resistencias y tolerancias es dinámica. Esta mayor complejidad también es una oportunidad para los buenos equipos agronómicos”, sostiene.

Este paradigma productivo, además, llegó para quedarse, al menos en el mediano plazo, ya que no se esperan novedades “disruptivas” en los próximos años desde las empresas de insumos y biotecnología. “Se vienen variedades e híbridos con resistencia a herbicidas conocidos, pero el desafío va a seguir siendo combinar con eficiencia las alternativas que tenemos”, insiste García Frugoni.

Se refiere a desarrollar esquemas muy aceitados, que mantengan a raya el problema de las malezas a partir de utilizar con inteligencia cada una de las herramientas disponibles en el sistema, rotando modos de acción de herbicidas, cultivos de cobertura y sistemas de labranza de acuerdo a lo que necesite ese lote en particular. “El que mejor combine todas estas variables es el que va lograr los mejores resultados”, asegura el experto de Aacrea.

Desde Aapresid, Marzetti lo resume en cuatro pasos. El primero, un buen diagnóstico con un monitoreo profesional. “Hace cinco años muchos no sabían que malezas tenían en el lote”, recuerda. El segundo es la rotación de cultivos y herbicidas, con la mira en lograr un esquema más diversificado.

El tercer punto es lograr un planteo más intensivo -“uno y medio, o dos cultivos por año”, propuso Marzetti- para competir contras las malezas, utilizando también cultivos de cobertura. El cuarto eje es garantizar la calidad y la eficiencia de las aplicaciones, a partir de un diagnóstico certero y un monitoreo constante.

“No es que se acabaron las herramientas, en realidad hay un montón -indica García Frugoni-. Lo que pasa es que hay encontrar la mejor forma de combinarlas y lo que funciona en un ambiente, no necesariamente sirve para otro”.

También piensa que es necesario cambiar el vínculo entre el dueño del campo y el que lo arrienda -con esquemas de más largo plazo- para que se pueda apostar a una estrategia de manejo viable y sustentable frente a los desafíos que en la actualidad generan las malezas.

Los dos especialistas coinciden en que la vuelta del maíz y el trigo a la rotación, en un escenario comercial normalizado, es una “gran noticia” (porque los años de “refugio” en la soja, porque no se podían vender sin trabas los cereales, agravaron el problema) pero que no alcanza para enfrentar el problema de las malezas duras.

La otra buena noticia es que se está profesionalizando el manejo de malezas. Garcia Frugoni cuenta que hace tres años, en una encuesta que hizo Aacrea en todas las regiones agrícolas, los productores no lograban reconocer el 30% de las especies de malezas que encontraban. “Ese porcentaje ahora es del 11%; es decir que bajó a la tercera parte, lo que es un indicador de la importancia que se le está dando al tema”, destacó.

Lo que esto quiere decir es que los productores “están haciendo la tarea” y esta evolución no solo va a ser relevante para luchar contra las malezas duras, sino también para migrar hacia sistemas agronómicos más diversificados y sustentables.