06/10/2017

La estrategia de las 4R: cómo lograr una “correcta” fertilización

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Las recomendaciones del Instituto Internacional de Nutrición de las Plantas para que los nutrientes lleguen de la mejor manera a los cultivos.

Con trigo y maíz sumando cada vez más hectáreas en Argentina, la fertilización de los cultivos se vuelve un factor esencial para poder expresar su mejor rendimiento y potencial.

En ese marco, desde la firma Yara emitieron un informe en el que aconsejan a los productores basarse en las recomendaciones del Instituto Internacional de Nutrición de las Plantas (Ipni): las 4R.

Las “R” son en referencia a la palabra “right” en inglés, que significa “correcto”. Precisamente, lo que plantea el Ipni es aplicar la fuente correcta, la dosis correcta, en el momento correcto y en la forma correcta.

Fuente

Los fertilizantes nitrogenados se pueden encontrar básicamente en tres fuentes: urea, UAN y nitrato de amonio calcáreo.

La urea, que es la fuente más comúnmente usada, requiere que el nitrógeno de su formulación se transforme en el suelo hasta la forma química de nitrato para poder ser absorbido por las plantas. Ese proceso requiere unos pasajes bioquímicos que están expuestos a temperatura y humedad y que pueden provocar que parte del contenido de nitrógeno se pierda por volatilización.

El UAN también está expuesto a pérdidas, ya que está conformado en un 50 por ciento por urea.

En cambio, la tercera fuente mencionada, el nitrato de amonio calcáreo, ya se encuentra en la forma química absorbible por parte del cultivo, por lo tanto, su disponibilidad para las plantas es inmediata.

Dosis

Para saber qué dosis aplicar existen varias técnicas que permiten orientar la decisión. Se pueden tomar como referencia los “Modelos de Respuesta a la Fertilización” que existen en muchas regiones; el método de “Balance de Nutrientes”, que consiste en reponer lo que el cultivo extrae; y el método de “Umbrales”, que implica aplicar nutrientes en función de las deficiencias que presenta el lote respecto de las cantidades mínimas requeridas por el cultivo.

Gustavo Elías, coordinador Agronómico de Cultivos Extensivos de Yara, amplía que “también se puede recurrir a nuevas tecnologías como los dispositivos de diagnóstico de status nutricional. Estos medidores de clorofila registran la cantidad de nitrógeno absorbido y, en función de la comparación de una franja saturada con el resto del lote, permiten tener un panorama inmediato de lo que le está pasando al cultivo en materia nutricional”.

En esta línea se inscribe también el sensor de biomasa e índice de verdor que se monta al tractor o la fertilizadora autopropulsada. Este dispositivo genera sobre la marcha un mapa de biomasa y ajusta en tiempo real la aplicación del fertilizante de acuerdo a las necesidades de cada sector del lote, lo que permite maximizar la productividad de las zonas con alto potencial y subir el piso de rendimiento en las zonas más comprometidas.

Por último, el análisis foliar de laboratorio es también una herramienta de gran ayuda para acompañar el desarrollo del cultivo y evaluar la eventual dosis de corrección cuando se detecta su necesidad.

Momento

La tercera “R” tiene que ver con el adecuado timing para aplicar el producto. En la fertilización, el objetivo es optimizar la eficiencia de uso de los nutrientes aplicados y para eso es fundamental conocer los momentos en los que el cultivo los demanda.

En este sentido, Elías pone el ejemplo del maíz: “La tasa de máxima absorción de maíz comienza a partir de V5 y V6, siendo una demanda tal, que muchas veces el suelo no alcanza a brindarle al cultivo lo que requiere, por eso en general se recomienda fertilizar a la siembra y luego hacer refertilizaciones para ir copiando la tasa de absorción de cada momento del cultivo”.

Forma

Por último, la cuarta “R” se refiere a la forma de aplicación, ya que los nutrientes deben ser depositados en el lugar correcto para que los cultivos puedan acceder a ellos.

En el caso de la urea y el UAN, la incorporación es usualmente el método más apropiado para incrementar su eficiencia. La fuente de nitratos, sin embargo, no requiere esa incorporación. Estos fertilizantes pueden ser aplicados al voleo porque con la forma química del nitrato, los nutrientes no se perderán.

Esto representa una serie de ventajas, ya que reduce la necesidad de uso de maquinaria, el consumo de combustible, los costos operativos y la emisión de gases de efecto invernadero.

La Voz del Interior