Tal vez puede sonar a moda, y algún lector pueda decir: “no me vengan con cuentos, las finanzas son finanzas y punto, y no hay otras más allá que las finanzas en sí mismas”; aunque hay que reconocer que nos gusta diferenciar algunos tipos, cómo cuando nos referimos a finanzas corporativas, o finanzas para pymes, o finanzas públicas.
Si el productor agropecuario está comenzando a hablar de Economías Sostenibles, Economías Regenerativas o Economías Verdes, también debemos comenzar a referirnos a Finanzas Sostenibles, Regenerativas o Verdes; cómo aquellas que pueden ser cruciales para acelerar una transición justa hacia una economía baja en carbono que sea amigable con el medioambiente, y que permita una mirada más optimista sobre el futuro de nuestro planeta. Con la inclusión de cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza, denominados criterios ASG, en la toma de decisiones de inversión (Pacto Global, 2020).
De
esta manera nos estamos refiriendo al estudio de las formas de responder a las
siguientes preguntas:
Entendiendo
a la Economía sostenible como un sistema socioeconómico que busca aumentar el
bienestar social, promoviendo un consumo responsable mediante la puesta en
marcha de un sistema financiero basado en empresas respetuosas con el medio
ambiente y comprometidas con la sociedad. Su objetivo principal es reducir la
pobreza y garantizar un desarrollo de calidad de las generaciones presentes y
futuras, sin comprometer los recursos del planeta, es decir, sin consumir más
que aquello que la naturaleza pueda producir.
El
concepto de finanzas regenerativas, va un poco más allá y plantea que no basta
con reducir nuestros impactos negativos, sino que el objetivo ahora es tener
tantos impactos positivos como sea posible. El propósito de la economía
regenerativa y circular es tener un impacto positivo.
El
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) define la
economía verde como aquella que da lugar al mejoramiento del bienestar humano e
igualdad social, mientras que se reducen significativamente los riesgos
medioambientales. Por lo tanto, el concepto reconoce la inseparabilidad de las
3 vertientes de la sostenibilidad (la social, la económica y la ambiental) con
el objeto de promover las situaciones en las que se beneficien los 3 aspectos
y, cuando las soluciones intermedias son inevitables, apoyar las decisiones
sensatas con la información y datos adecuados.
Los 3 conceptos son similares y se orientan en un mismo sentido, en nuestro sector agropecuario venimos escuchando sobre la Ganadería Regenerativa, que provee proteínas con huella de carbono negativa (el secuestro de carbono excede las emisiones), con alta calidad de producto (proporción de Omega 3) y con los más altos estándares de bienestar animal; y en Aapresid se viene hablando sobre Agricultura Siempre Verde, que es capaz de capturar mayor cantidad de carbono y contribuir a mitigar el Cambio Climático. Si se implementara este concepto de Agricultura Siempre Verde, en tan sólo 10% de la superficie en Siembra Directa, se podrían secuestrar 1,1 millones de Tn de carbono/año. Además, permitiría reducir hasta un 60% el impacto ambiental asociado al uso de herbicidas.
Reconocimiento institucional
Hace
poco, se emitió una declaración Conjunta de las Entidades Reguladoras del
Sector Bancario, de Seguros y del Mercado de Capitales con Relación al
Desarrollo de las Finanzas Sostenibles en Argentina, entre el Ministerio de
Economía, el Banco Central, la Comisión Nacional de Valores y la
Superintendencia de Seguros de la Nación.
En
esta declaración se observa por un lado la idea de impulsar la movilización de
forma escalable de los recursos necesarios para catalizar inversiones públicas
y privadas que contribuyan a alcanzar objetivos económicos, ambientales y
sociales y, a la vez, para responder al cambio climático a través del
financiamiento de estrategias de mitigación y adaptación. En este último sentido,
apuntando que el sistema financiero aborde, mediante un enfoque prudencial, la
gestión de los riesgos financieros relacionados con el clima a los que está expuesto.
Así, un sistema financiero más resiliente a la eventual materialización de
estos factores de riesgo contribuirá a la estabilidad.
Particularmente
sobre esta declaración observo que, más allá de ser recomendable la prudencia y
evaluar los riesgos para mitigar su impacto, también hay que enfocarse en las
rentabilidades, la productividad, en el agregado de valor. Y se observa en
determinados casos, que se puede ser más rentable y a su vez cuidar más el
medio ambiente. Además de las posibilidades de tener ingresos o recursos extras,
por Bonos Verdes, Sociales y Sostenibles, o pagos de bonificaciones por
sustentabilidad, el negocio sustentable, tiene que ser rentable en sí mismo.
Desde
el ministerio de economía se viene desarrollando una Mesa Técnica de Finanzas
Sostenibles, que es una instancia permanente para el intercambio de
información, discusión, coordinación y evaluación de acciones de política
pública, estrategias y actividades que tiene como objetivo desarrollar y
fortalecer las finanzas sostenibles en el país.
A su
vez existen organizaciones privadas que están trabajando sobre estos temas, OVIS
21, RUUTS, Escuela de regeneración, Instituto Savory, Aapresid, que muchos
productores independientes se van sumando e interesando.
FINANZAS VERDES
A
manera de simplificación, proponemos llamarle Finanzas Verdes, y tratando de
hacer referencia a un concepto lo más amplio posible, que no se quede solo con
la disminución de impactos negativos, sino con la de generación de impactos
positivos, tanto económicos, como ecológicos y sociales. Para darle relevancia
a la temática, hoy 4.8 mil millones de hectáreas es la superficie
agrícola-ganadera, si se capturaría 1 tn/ha/año, se podría igualar la emisión
neta global. Esto se podría lograr a través de la agricultura y ganadería
regenerativa, que es un nuevo enfoque en la producción que imita los procesos
de la naturaleza, favoreciendo la restauración de los procesos biológicos del
suelo.
Seguramente
debamos revisar algunas de nuestras medidas e indicadores financieros. Estas
finanzas deben generar un impacto medible en términos económicos, sociales y
ambientales.y ninguna de estas tres patas debe estar desequilibrada, porque si
no, no es perdurable en el tiempo.
El
negocio agropecuario requiere tomar diariamente decisiones complejas que,
seamos conscientes o no, involucran aspectos sociales, económicos y
ambientales. Para saber si nos llevarán hacia dónde queremos ir, desde el punto
de vista de las Finanzas Verdes, podríamos pensar en los siguientes puntos e
interrogantes, como disparadores para la profundización de estudio:
Por ejemplo, la ganadería regenerativa
propone que la planificación del pastoreo permite incrementar sustancialmente
la carga animal y/o reducir drásticamente los costos en insumos y labores. Esto
permite reducir riesgos muy importantes, como el climático (ya no necesitamos
verdeos ni granos y la biodiversidad genera más resiliencia). La agricultura
propone mejorar la
fertilidad biológica de los suelos, su biodiversidad y su capacidad de retener
agua, para producir más alimentos con menos dependencia de insumos y también con
mayor resiliencia a cambios climático.
Las estrategias de inversión
destinadas a lograr un impacto neto positivo, tienden a centrarse en un
conjunto limitado de objetivos, y a menudo no tienen en cuenta cómo se crean
los resultados y quién se beneficia. Estas
son las cuestiones que las Finanzas Verdes se deben ocupar, medir y mejorar.
Mercado de Carbono
Los
créditos de carbono son certificados que representan la remoción de 1 tonelada
de CO2 de la atmósfera. En el caso de los productores agropecuarios, esos
créditos se generan a través de la captura de carbono en los primeros 30 cm del
suelo.
Para
poder generar los créditos se debe medir. A través de un protocolo se instala
una línea de base con muestreos estratificados a campo, que se vuelve a medir
cada 4 o 5 años, para detectar diferencias.
A modo de referencia se puede decir que la venta de créditos de carbono puede
generar un ingreso entre USD 5 y USD 100 por hectárea por año, durante un
período de 10 años, con pagos en los años 4/5 y 8/10, según la frecuencia de
muestreo.
El
costo que tiene el productor, es el de medir y monitorear el carbono y los resultados
ambientales.
Pero
más allá de esta bonificación e incentivo extra, los productores que tienen en
cuenta estos conceptos, tienen el desafío de generar un negocio más rentable, y
con buenas prácticas en definitiva se logran buenos resultados económicos.
CONCLUSIONES
De
acuerdo con el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático
(IPCC), la agrupación parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que
integra a lo más destacado de la comunidad científica internacional en la materia,
el debate ha terminado: el cambio climático es una realidad y es
responsabilidad del hombre.
Todos intuimos que no podemos
seguir así, que un cambio debemos hacer, que cómo humanidad tenemos dilemas
difíciles que resolver, y pareciese que este es el camino a seguir, y la
mayoría de las prácticas financieras, bancarias y crediticias siguen ignorando
el impacto social, medioambiental y las consecuencias del cambio climático (por
lo menos en la realidad habitual del productor agropecuario).
En la actividad agropecuaria estamos
comenzando a evaluar la conveniencia de desarrollar proyectos verdes y adoptar
prácticas sustentables, y cada vez queda más claro que serán una obligación en
el mediano y largo plazo, por lo tanto, más allá de la conveniencia, hay que
enfocarse en cómo y cuándo hacerlo. Ya en Córdoba se impone a los
establecimientos agropecuarios que, como mínimo el dos por ciento de su
superficie esté poblada por árboles, proporción que podrá elevarse al cinco por
ciento cuando los indicadores y características edafoclimáticas (suelo y clima)
del predio y la región así lo aconsejen. Hay beneficios de reducción del Impuesto
Inmobiliario Rural para quienes amplíen su cobertura arbórea, y pagan multas de
hasta 100% de ese impuesto quienes incumplan con la normativa.
Independientemente
de estas obligaciones, creo que no debemos esperar que el estado nos obligue, o
que filántropos o el Banco Mundial, se comprometan a incrementar el
financiamiento para estas prácticas, y que alguien que emite CO2 nos dé un
Certificado de Bono de Carbono para mitigar su impacto. Debemos comenzar cuanto
antes, por nuestra propia iniciativa poner manos a la obra. No podemos dejarles
a los gobiernos asumir la totalidad de la responsabilidad, el sector privado
debe desempeñar un rol fundamental en la captación y destino de capital para
actividades que contribuyan a la mitigación y adaptación del cambio climático.
¿Será que las Finanzas Verdes nos permitirán dejarles un mejor futuro a nuestros hijos y las nuevas generaciones? ¿Afrontaremos un verdadero cambio, o nos quedaremos con frases y definiciones?
Autor: Méndez, Matías. Publicado por ERREPAR Consultor Agropecuario Nro. 52