14/01/2022

FINANZAS SOSTENIBLES, REGENERATIVAS O VERDES (o siempre verdes)

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Tal vez puede sonar a moda, y algún lector pueda decir: “no me vengan con cuentos, las finanzas son finanzas y punto, y no hay otras más allá que las finanzas en sí mismas”; aunque hay que reconocer que nos gusta diferenciar algunos tipos, cómo cuando nos referimos a finanzas corporativas, o finanzas para pymes, o finanzas públicas.

Si el productor agropecuario está comenzando a hablar de Economías Sostenibles, Economías Regenerativas o Economías Verdes, también debemos comenzar a referirnos a Finanzas Sostenibles, Regenerativas o Verdes; cómo aquellas que pueden ser cruciales para acelerar una transición justa hacia una economía baja en carbono que sea amigable con el medioambiente, y que permita una mirada más optimista sobre el futuro de nuestro planeta. Con la inclusión de cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza, denominados criterios ASG, en la toma de decisiones de inversión (Pacto Global, 2020).

De esta manera nos estamos refiriendo al estudio de las formas de responder a las siguientes preguntas:

  1. ¿Qué clase de inversiones a largo plazo se deben hacer para tener el mejor impacto posible en el medio ambiente y la sociedad? Es decir ¿En qué negocios o sector se estará, que clase de edificios, construcciones, maquinaria y equipos se necesitará para seguir estos objetivos?
  2. ¿En dónde se conseguirá el financiamiento de largo plazo para estas inversiones sostenibles? ¿Se buscará propietarios que tengan los mismos principios, o préstamos de entidades orientadas a estos conceptos?
  3. ¿De qué manera se administrarán estas operaciones y decisiones cotidianas sobre Financieras Verdes?

Entendiendo a la Economía sostenible como un sistema socioeconómico que busca aumentar el bienestar social, promoviendo un consumo responsable mediante la puesta en marcha de un sistema financiero basado en empresas respetuosas con el medio ambiente y comprometidas con la sociedad. Su objetivo principal es reducir la pobreza y garantizar un desarrollo de calidad de las generaciones presentes y futuras, sin comprometer los recursos del planeta, es decir, sin consumir más que aquello que la naturaleza pueda producir.

El concepto de finanzas regenerativas, va un poco más allá y plantea que no basta con reducir nuestros impactos negativos, sino que el objetivo ahora es tener tantos impactos positivos como sea posible. El propósito de la economía regenerativa y circular es tener un impacto positivo.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) define la economía verde como aquella que da lugar al mejoramiento del bienestar humano e igualdad social, mientras que se reducen significativamente los riesgos medioambientales. Por lo tanto, el concepto reconoce la inseparabilidad de las 3 vertientes de la sostenibilidad (la social, la económica y la ambiental) con el objeto de promover las situaciones en las que se beneficien los 3 aspectos y, cuando las soluciones intermedias son inevitables, apoyar las decisiones sensatas con la información y datos adecuados.

Los 3 conceptos son similares y se orientan en un mismo sentido, en nuestro sector agropecuario venimos escuchando sobre la Ganadería Regenerativa, que provee proteínas con huella de carbono negativa (el secuestro de carbono excede las emisiones), con alta calidad de producto (proporción de Omega 3) y con los más altos estándares de bienestar animal; y en Aapresid se viene hablando sobre Agricultura Siempre Verde, que es capaz de capturar mayor cantidad de carbono y contribuir a mitigar el Cambio Climático. Si se implementara este concepto de Agricultura Siempre Verde, en tan sólo 10% de la superficie en Siembra Directa, se podrían secuestrar 1,1 millones de Tn de carbono/año. Además, permitiría reducir hasta un 60% el impacto ambiental asociado al uso de herbicidas.

Reconocimiento institucional

Hace poco, se emitió una declaración Conjunta de las Entidades Reguladoras del Sector Bancario, de Seguros y del Mercado de Capitales con Relación al Desarrollo de las Finanzas Sostenibles en Argentina, entre el Ministerio de Economía, el Banco Central, la Comisión Nacional de Valores y la Superintendencia de Seguros de la Nación.

En esta declaración se observa por un lado la idea de impulsar la movilización de forma escalable de los recursos necesarios para catalizar inversiones públicas y privadas que contribuyan a alcanzar objetivos económicos, ambientales y sociales y, a la vez, para responder al cambio climático a través del financiamiento de estrategias de mitigación y adaptación. En este último sentido, apuntando que el sistema financiero aborde, mediante un enfoque prudencial, la gestión de los riesgos financieros relacionados con el clima a los que está expuesto. Así, un sistema financiero más resiliente a la eventual materialización de estos factores de riesgo contribuirá a la estabilidad.

Particularmente sobre esta declaración observo que, más allá de ser recomendable la prudencia y evaluar los riesgos para mitigar su impacto, también hay que enfocarse en las rentabilidades, la productividad, en el agregado de valor. Y se observa en determinados casos, que se puede ser más rentable y a su vez cuidar más el medio ambiente. Además de las posibilidades de tener ingresos o recursos extras, por Bonos Verdes, Sociales y Sostenibles, o pagos de bonificaciones por sustentabilidad, el negocio sustentable, tiene que ser rentable en sí mismo.

Desde el ministerio de economía se viene desarrollando una Mesa Técnica de Finanzas Sostenibles, que es una instancia permanente para el intercambio de información, discusión, coordinación y evaluación de acciones de política pública, estrategias y actividades que tiene como objetivo desarrollar y fortalecer las finanzas sostenibles en el país.

A su vez existen organizaciones privadas que están trabajando sobre estos temas, OVIS 21, RUUTS, Escuela de regeneración, Instituto Savory, Aapresid, que muchos productores independientes se van sumando e interesando.

FINANZAS VERDES

A manera de simplificación, proponemos llamarle Finanzas Verdes, y tratando de hacer referencia a un concepto lo más amplio posible, que no se quede solo con la disminución de impactos negativos, sino con la de generación de impactos positivos, tanto económicos, como ecológicos y sociales. Para darle relevancia a la temática, hoy 4.8 mil millones de hectáreas es la superficie agrícola-ganadera, si se capturaría 1 tn/ha/año, se podría igualar la emisión neta global. Esto se podría lograr a través de la agricultura y ganadería regenerativa, que es un nuevo enfoque en la producción que imita los procesos de la naturaleza, favoreciendo la restauración de los procesos biológicos del suelo.

Seguramente debamos revisar algunas de nuestras medidas e indicadores financieros. Estas finanzas deben generar un impacto medible en términos económicos, sociales y ambientales.y ninguna de estas tres patas debe estar desequilibrada, porque si no, no es perdurable en el tiempo.

El negocio agropecuario requiere tomar diariamente decisiones complejas que, seamos conscientes o no, involucran aspectos sociales, económicos y ambientales. Para saber si nos llevarán hacia dónde queremos ir, desde el punto de vista de las Finanzas Verdes, podríamos pensar en los siguientes puntos e interrogantes, como disparadores para la profundización de estudio:

  • ¿Nos permiten estas prácticas aumentar la productividad primaria y la producción forrajera, mejorando nuestro margen?
  • ¿Con estos manejos se incrementa la biodiversidad, la cobertura del suelo, secuestrando carbono en el suelo, de la atmósfera, y con ello poder tener ingresos por certificados de Bonos de Carbono?
  • ¿La producción de biomasa con los cultivos de servicio se relaciona de manera directa con la capacidad de controlar malezas y reducción de herbicidas?
  • ¿Cuánto ahorro al reducir el número de aplicaciones de herbicidas y el impacto ambiental de estas prácticas? ¿Se puede reducir la dependencia y uso de insumos agroquímicos y fertilizantes químicos?
  • ¿Cuánto mejoran las ecuaciones económicas con los cultivos de servicio que potencian los rendimientos, por aporte de nutrientes, operando como fertilizantes naturales, mejoras físicas del suelo y uso del agua? Cómo, por ejemplo, la Vicia como antecesora de maíz.
  • ¿Cómo medimos la reducción de las pérdidas de nitrógeno por lixiviación que está asociada, por un lado, a la reducción del drenaje, y por otro a la inmovilización de N en la biomasa vegetal?
  • ¿Incrementamos la infiltración de agua en el suelo, y se disminuye la temperatura del suelo, aumentando los rindes?
  • ¿Cómo nos afecta económicamente reducir el uso del agua en las pulverizaciones, y las eficiencias en las aplicaciones?
  • ¿Qué beneficios tenemos con los corredores biológicos? Franjas de cultivos de servicios y vegetación espontánea, que conservan la biodiversidad, y constituyen hábitats y alimento de insectos benéficos y fauna silvestre que ayudan a disminuir la erosión hídrica.
  • ¿Con estos manejos se puede producir alimentos de alta densidad nutricional, que nos permitan en algún momento mejorar los ingresos con pagos diferenciales?
  • ¿Nos permiten estas decisiones aumentar la carga animal en la ganadería, y hacer más productivo el sistema? Optimizando el uso del recurso forrajero.
  • ¿Se puede producir el doble o tripe de carne, como consecuencia de la administración adecuada del pasto y permitir que el pastizal exprese su máxima productividad?
  • ¿Promoción a base de químicos o a diente? ¿Invertir en alambrados o en suplemento?
  • ¿Proyectos de inversión en energía solar para nuestras granjas avícolas, porcinas, tambos, para equipos de riego?

Por ejemplo, la ganadería regenerativa propone que la planificación del pastoreo permite incrementar sustancialmente la carga animal y/o reducir drásticamente los costos en insumos y labores. Esto permite reducir riesgos muy importantes, como el climático (ya no necesitamos verdeos ni granos y la biodiversidad genera más resiliencia). La agricultura propone mejorar la fertilidad biológica de los suelos, su biodiversidad y su capacidad de retener agua, para producir más alimentos con menos dependencia de insumos y también con mayor resiliencia a cambios climático.

Las estrategias de inversión destinadas a lograr un impacto neto positivo, tienden a centrarse en un conjunto limitado de objetivos, y a menudo no tienen en cuenta cómo se crean los resultados y quién se beneficia. Estas son las cuestiones que las Finanzas Verdes se deben ocupar, medir y mejorar.

Mercado de Carbono

Los créditos de carbono son certificados que representan la remoción de 1 tonelada de CO2 de la atmósfera. En el caso de los productores agropecuarios, esos créditos se generan a través de la captura de carbono en los primeros 30 cm del suelo.

Para poder generar los créditos se debe medir. A través de un protocolo se instala una línea de base con muestreos estratificados a campo, que se vuelve a medir cada 4 o 5 años, para detectar diferencias.

A modo de referencia se puede decir que la venta de créditos de carbono puede generar un ingreso entre USD 5 y USD 100 por hectárea por año, durante un período de 10 años, con pagos en los años 4/5 y 8/10, según la frecuencia de muestreo.

El costo que tiene el productor, es el de medir y monitorear el carbono y los resultados ambientales.

Pero más allá de esta bonificación e incentivo extra, los productores que tienen en cuenta estos conceptos, tienen el desafío de generar un negocio más rentable, y con buenas prácticas en definitiva se logran buenos resultados económicos.

CONCLUSIONES

De acuerdo con el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la agrupación parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que integra a lo más destacado de la comunidad científica internacional en la materia, el debate ha terminado: el cambio climático es una realidad y es responsabilidad del hombre.

Todos intuimos que no podemos seguir así, que un cambio debemos hacer, que cómo humanidad tenemos dilemas difíciles que resolver, y pareciese que este es el camino a seguir, y la mayoría de las prácticas financieras, bancarias y crediticias siguen ignorando el impacto social, medioambiental y las consecuencias del cambio climático (por lo menos en la realidad habitual del productor agropecuario).

En la actividad agropecuaria estamos comenzando a evaluar la conveniencia de desarrollar proyectos verdes y adoptar prácticas sustentables, y cada vez queda más claro que serán una obligación en el mediano y largo plazo, por lo tanto, más allá de la conveniencia, hay que enfocarse en cómo y cuándo hacerlo. Ya en Córdoba se impone a los establecimientos agropecuarios que, como mínimo el dos por ciento de su superficie esté poblada por árboles, proporción que podrá elevarse al cinco por ciento cuando los indicadores y características edafoclimáticas (suelo y clima) del predio y la región así lo aconsejen. Hay beneficios de reducción del Impuesto Inmobiliario Rural para quienes amplíen su cobertura arbórea, y pagan multas de hasta 100% de ese impuesto quienes incumplan con la normativa. 

Independientemente de estas obligaciones, creo que no debemos esperar que el estado nos obligue, o que filántropos o el Banco Mundial, se comprometan a incrementar el financiamiento para estas prácticas, y que alguien que emite CO2 nos dé un Certificado de Bono de Carbono para mitigar su impacto. Debemos comenzar cuanto antes, por nuestra propia iniciativa poner manos a la obra. No podemos dejarles a los gobiernos asumir la totalidad de la responsabilidad, el sector privado debe desempeñar un rol fundamental en la captación y destino de capital para actividades que contribuyan a la mitigación y adaptación del cambio climático.

¿Será que las Finanzas Verdes nos permitirán dejarles un mejor futuro a nuestros hijos y las nuevas generaciones? ¿Afrontaremos un verdadero cambio, o nos quedaremos con frases y definiciones?


Autor: Méndez, Matías. Publicado por ERREPAR Consultor Agropecuario Nro. 52