06/09/2023

¿Por qué está peleada la agricultura moderna con el concepto de labrar la tierra?

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Aunque años de investigaciones y ensayos a campo han demostrado que la realización de surcos en la tierra -o labranza tradicional- deteriora la calidad y composición del suelo, llamativamente la adopción de esta práctica ha avanzado nuevamente en el último tiempo.

Según distintos estudios, la labranza propicia una combustión de la materia orgánica, al inyectar oxígeno en el suelo y aumentar la actividad biológica. Sin embargo, ese aumento no se da desde un punto de vista positivo sino que favorece la destrucción de la estructura del sustrato. El resultado se conoce como mineralización de la materia orgánica, a lo que le sigue un proceso de erosión, tanto hídrica como eólica, que facilita la pérdida de suelo.

Ahora bien, con todo esto sobre la mesa, ¿cómo se explica el avance de esa dañina practica?

Para Marcelo Arriola, ingeniero agrónomo y miembro de Aapresid, la explicación está en que no se terminó de comprender del todo el concepto de siembra directa.

“Se cree que comprar una sembradora y sembrar directamente en entrar en un sistema de siembra directa, y ese sistema es algo más. Yo me refiero a él como un engranaje”, explicó el especialista.

El primer engranaje de ese sistema sería evitar la labranza, entendiendo a esta última como “una mala palabra”. El segundo apuntaría a la captura de carbono para reconstruir y recargar los suelos.

“La única forma de que el carbono de la atmósfera vuelva a nuestro suelo es por medio de los vegetales, y nosotros trabajamos con ellos. Allí hay una buena noticia que es que podemos hacer una contribución de carbono. Ahora bien, nosotros no podemos tener seis meses al año capturando carbono y seis meses haciendo barbecho. Otra mala palabra es el barbecho. Eso de creer que los suelos descansan no es así. Es como creer que nosotros vamos a estar seis meses sin comer y de esa forma descansamos”, afirmó Arriola.

“Obviamente una cosa es un individuo y otra cosa es una población, pero esas poblaciones de microorganismos tienen que vivir de los tejidos verdes, incluso viven muchos en las raíces vivas. Entonces si nosotros no tenemos raíces vivas cerca de los 365 días del año, no estamos capturando carbono”, señaló.

La diversidad sería el tercer engranaje, y sobre él Aapresid ha trabajado mucho en los últimos años.

“El norte sería imitar a las pasturas. Es lo más parecido a la naturaleza, que está verdaderamente capturando carbono los 365 días del año. Aapresid cree que esto de imitar a la naturaleza es la línea a seguir. Hay que tener diversidad de gramíneas, leguminosas y crucíferas en el sistema. Creemos que los cultivos de servicio tienen externalidades e internalidades positivas, que son esos servicios ecosistémicos que mejoran no solamente el ambiente suelo sino el ambiente en general”, indicó el agrónomo.

Por Bichos de campo